Hipocalcemia sub clínica o fiebre de la leche en vacas lecheras: ¿por qué tanta preocupación?

Al iniciar la lactancia, la vaca lechera atraviesa intensos procesos de adaptación debido al aumento repentino en la demanda de nutrientes necesarios para sostener la producción de leche. Además del incremento en los requerimientos energéticos y de aminoácidos, especialmente para la producción de calostro, el requerimiento de calcio se multiplica entre dos y tres veces en comparación con el periodo preparto.
Poco antes del parto, una vaca lechera transfiere entre 8 y 10 g/día de calcio al feto, mientras que después del parto secreta entre 20 y 30 g/día de calcio en el calostro y la leche. Este cambio abrupto exige adaptaciones metabólicas inmediatas. Si estas no ocurren con suficiente rapidez o magnitud, la concentración de calcio en sangre puede caer por debajo de un umbral crítico, desencadenando hipocalcemia clínica o sub clínica, también conocida como fiebre de la leche.
El rol del calcio
El calcio es fundamental para la estructura ósea, la función muscular (especialmente músculo liso) y la actividad del sistema nervioso, incluyendo la motilidad gastrointestinal. Las concentraciones más bajas de calcio en sangre suelen observarse entre las 12 y 24 horas posteriores al parto, y en vacas sanas retornan a niveles normales entre los 2 y 3 días posparto. La hipocalcemia clínica, que afecta aproximadamente al 5 % del ganado lechero, es ampliamente reconocida por los productores.
Las razas Jersey y Guernsey son más susceptibles, en parte porque las vacas Jersey presentan menor número de receptores para la vitamina D en comparación con las Holstein. La incidencia también se incrementa con el número de lactancias y la producción de leche. Por ejemplo, en un estudio realizado por Reinhardt y colaboradores (Centro Nacional de Enfermedades Animales, Iowa), se encontró que la hipocalcemia clínica afecta al 1 % de vacas en primera lactancia, 4 % en segunda, 7 % en tercera y 10 % en cuarta.
La concentración de calcio en sangre está estrechamente regulada mediante mecanismos hormonales que controlan su absorción intestinal y su movilización desde el hueso. Dos hormonas clave en este proceso son la hormona paratiroidea (PTH) y la 1,25-dihidroxivitamina D₃. Cuando el calcio sanguíneo disminuye, se secreta PTH, la cual reduce su excreción urinaria y estimula su liberación ósea. También activa la conversión renal de vitamina D en su forma activa, que aumenta la absorción intestinal de calcio.
Para que este sistema funcione de forma óptima, es fundamental mantener niveles adecuados de magnesio y un pH sanguíneo ligeramente ácido (acidosis metabólica leve), lo que refuerza la necesidad de dietas preparto bien balanceadas con aporte de magnesio y un adecuado manejo del DCAD (balance catión-anión dietético) negativo.
Hipocalcemia subclínica
La hipocalcemia sub clínica se presenta sin signos clínicos evidentes, pero con una disminución de la concentración de calcio sérico, generalmente dentro de las 24 horas después del parto. La única forma de detectarla es mediante análisis de sangre realizados en los primeros 1–2 días posparto. A diferencia de la hipocalcemia clínica leve (etapa 1), que puede manifestarse con excitabilidad, nerviosismo o arrastre de extremidades posteriores, la forma sub clínica carece de signos observables.
Se considera que una vaca presenta hipocalcemia sub clínica cuando su concentración de calcio sérico es igual o inferior a 8.0 mg/dl (2.0 mmol/l), sin manifestar síntomas. En el estudio mencionado anteriormente, Reinhardt y colaboradores encontraron que el 50 % de las vacas multíparas y el 25 % de las primíparas presentaban hipocalcemia subclínica. Según Oetzel (Universidad de Wisconsin), el costo económico de esta forma subclínica es hasta cuatro veces mayor que el de la forma clínica, debido a su alta prevalencia, a pesar de que su costo por caso sea aproximadamente 40 % menor.
Estudios recientes, como el de Martínez et al. (Universidad de Florida), proponen elevar el umbral diagnóstico a 8.5 mg/dl (2.1 mmol/l), dado que vacas por debajo de este valor muestran mayor predisposición a metritis y trastornos metabólicos. Con este nuevo punto de corte, más del 65 % de vacas multíparas y el 51 % de primíparas estarían afectadas. La evidencia indica que no todas las vacas presentan una caída posparto en el calcio sérico, pero aquellas que sí lo hacen están en mayor riesgo de padecer otras enfermedades metabólicas, como consecuencia directa o asociada.
Consecuencias en el rendimiento productivo
La hipocalcemia compromete la salud de la vaca en transición, su producción futura de leche y su desempeño reproductivo. Además, se ha demostrado que afecta la función inmune, aumentando la incidencia de enfermedades como desplazamiento de abomaso, cetosis, hígado graso, placenta retenida, metritis y mastitis. Algunas investigaciones también asocian esta condición con una menor ingesta de materia seca, menor actividad de rumia y niveles elevados de NEFA (ácidos grasos no esterificados) tras el parto. Las vacas con alta condición corporal al parto presentan mayor predisposición.
No obstante, algunos estudios no reportan efectos negativos sobre el consumo o la producción. Por ejemplo, Jawor y colaboradores (Universidad de British Columbia) observaron que vacas con hipocalcemia subclínica pasaban 2.6 horas adicionales recostadas durante el día previo al parto y producían 12 libras más de leche entre la segunda y cuarta semana de lactancia. En este estudio, todas las vacas con tres o más lactancias recibieron suplementación preventiva de calcio tras el parto, independientemente de sus niveles séricos.
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Estrategias de prevención
Prevenir la hipocalcemia implica preparar al sistema fisiológico de la vaca, especialmente durante la fase preparto, para afrontar la elevada demanda de calcio.
Dietas bajas en calcio preparto: Aunque difícil de implementar en campo, esta estrategia requiere limitar el calcio disponible a menos de 20 g diarios. Suele implicar forrajes de baja calidad que pueden afectar el consumo, lo que la vuelve poco práctica.
Uso de forrajes bajos en potasio: Incorporar ensilaje de maíz u otros forrajes con bajo contenido de potasio puede reducir la incidencia de hipocalcemia clínica, aunque no previene la forma subclínica. Su efectividad depende del DCAD total y su impacto sobre el pH sanguíneo.
Suplementación con sales aniónicas 21 días antes del parto: Esta es una de las estrategias más efectivas, con reducción de hasta cinco veces en casos clínicos. Las dietas deben tener un DCAD negativo de -10 a -15 mEq/100 g MS y estar formuladas con suplementos aniónicos palatables. También deben contener aproximadamente 1.0 % de calcio, 0.35 % de magnesio y entre 0.25–0.3 % de fósforo, ya que un exceso de fósforo (≥0.4 %) incrementa el riesgo de hipocalcemia.
El pH urinario se utiliza como indicador de la efectividad de la dieta aniónica, aunque no predice directamente la incidencia de hipocalcemia. En vacas, Holstein, debe mantenerse entre 6.2 y 6.8; en Jersey, entre 5.8 y 6.3. Valores por debajo de 5.5 indican exceso de aniones y necesidad de reformulación.
El uso de sales aniónicas en novillas aún es tema de debate. Algunos estudios iniciales mostraron una disminución en el consumo, pero investigaciones más recientes no confirmaron ese efecto. Un trabajo de Weich y colaboradores (Universidad de Minnesota) evaluó dietas con sales aniónicas administradas 0, 21 o 42 días antes del parto, sin observar diferencias significativas en el consumo ni en la producción de leche. Aún se requieren más estudios para establecer con precisión la duración óptima de la suplementación.
Conclusión
La prevención de la hipocalcemia alrededor del parto es un componente esencial en los programas de manejo de vacas en transición. El calcio adecuado favorece la producción de calostro y leche, la actividad muscular y nerviosa, y el buen funcionamiento del sistema inmune. Mientras que la forma clínica es fácilmente detectable y comprensible para los encargados del establo, la hipocalcemia sub clínica es silenciosa, afecta a más del 50 % del hato y solo puede diagnosticarse mediante análisis de sangre en los primeros dos días posparto. Como ocurre con otros trastornos metabólicos, la prevención es clave, y estrategias como el uso de sales aniónicas, una adecuada formulación nutricional y el monitoreo del pH urinario son herramientas eficaces para reducir su impacto en la salud y productividad del hato.
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